Déjame que te cuente dos anécdotas.
La primera.
Cuando tenía unos 12 años, antes del ir al colegio, iba a la panadería de debajo de casa a comprar el pan. Generalmente compraba los dos panecillos con los que mi hermana y yo nos hacíamos la merienda. Habitualmente compraba, además, una garrafa de agua de 5 litros. Por aquel entonces aún se aplicaba lo de los ”Sistemas de depósito, devolución retorno” en lo que a agua embotellada se refiere.
Los sistemas de depósito, devolución y retorno son sistemas donde los consumidores que compran un producto pagan una pequeña cantidad de dinero que se reembolsará cuando, una vez que hayan terminado de usarlo, lleven el residuo generado a un punto de recolección. En el caso del agua, pagábamos la primera vez 120 pesetas por la primera garrafa de agua y posteriormente solo 100 pesetas mientras no devolviéramos el ”casco”.
Cuando la empresa empezó a embotellar el agua en envases de plástico, devolvimos todas (o casi todas) las garrafas de agua. Por cada garrafa nos devolvieron 20 pesetas. El modelo de gestión de residuos de envases ha evolucionado hacía el sistema de gestión basado en los Sistemas Integrados de Gestión (SIG) de envases y residuos de envases. Si no lo conoces y quieres saber más sobre ellos déjame un comentario y hago una nueva publicación o lo contamos en el podcast.
La segunda.
Que levante la mano aquel/lla que no haya heredado ropa de sus hermanos mayores o de sus primos. El/la que no haya tenido unos pantalones vaqueros con varias marcas horizontales en los bajos de los pantalones.
Heredar el jersey que había hecho tu abuela y que había pasado antes por todos tus hermanos mayores era algo habitual, y tener pantalones vaqueros con líneas horizontales en los bajos, también. Estas líneas no eran otra cosa que el desgaste del pantalón con los lavados.
Nuestras madres compraban el pantalón, que siempre era bastante más largo que nuestra pierna, y en vez de cortar y hacer un dobladillo ajustado a lo que necesitábamos en ese momento, hacían un dobladillo sin cortar. El dobladillo podía llegar a tener 10 cm perfectamente. A la par que íbamos creciendo el pantalón, obviamente, se quedaba corto.
Ahí entraba en acción nuestra madre o abuela, descosiendo el bajo del pantalón y alargando el largo con el dobladillo que teníamos ”reservado”. Entonces, aparecía la primera línea. Yo llegué a llevar hasta tres líneas. ¿Cuántas has llevado tú?. Hoy en día esto se hace más bien poco. Entre otras cosas porque la tela del vaquero es de peor calidad (obsolescencia programada) y por nuestro modelo de economía lineal basada en el comprar-usar-tirar. Cierto es que, a día de hoy, dudo que la tela del pantalón vaquero dure lo que duraba antes.
Estos dos ejemplos son claros representantes de los modelos de economía doméstica de guerrilla que se aplicaban hasta no hace mucho.
El modelo lineal: producir, consumir, tirar (extraer, fabricar, eliminar)
La sociedad moderna ha sido, sin duda alguna, moldeada por las tres revoluciones industriales marcadas por tres innovaciones esenciales: la máquina de vapor, la era del pensamiento científico y de la producción masiva y el surgimiento de tecnologías digitales. Cada una de estas Revoluciones Industriales ha conllevados cambios en el Planeta muy significativos.
De hecho, muchos expertos establecen que la economía lineal se podría considerar como la hija de la Revolución Industrial. Existe el pensamiento de que los recursos naturales y energéticos son infinitos y por tanto la producción también infinita. Y para algunos, la felicidad, también infinita.
Durante siglos hemos explotado (y seguimos explotando) la «gallina de los huevos de oro». Pero la gallina se está agotando. La linearidad del concepto económico está hoy en día muy desfasado en muchos aspectos, principalmente en el medioambiental.
Cada año se extraen alrededor de 90.000 millones de toneladas de recursos naturales destinados al consumo. La previsión para 2050 es que lleguemos a extraer el doble [1]. Desde el año 1970 se han incrementado por 3 el uso de los recursos naturales [2]. A todo ello hay que añadir que, según la Circularity Gap Reporting Initiative, en la Unión Europea se recicla únicamente el 12% de los recursos utilizados cada año. Solo reciclamos 0,88 millones de toneladas de os 7,5 millones de toneladas de recursos utilizados cada año.
Además, en la última mitad de siglo la población mundial se ha duplicado y se espera que llegará a la cifra de 9.300 millones de habitantes en 2050.
Todo ello ha conllevado una pérdida de biodiversidad del 90%, además de la generación de la mitad de los impactos climáticos. Y todo ello se basa con datos: el informe Planeta Vivo de WWF o el estudio realizado por el Centro Tyndall de Investigación para el Cambio Climático en la Universidad de Anglia del Est, James Cook University y WWF.
Y ante este escenario tan poco esperanzador llega la economía circular. Ya te adelanto que no es el Santo Grial que va a resolver todos los problemas ambientales. No obstante, al menos ofrece un nuevo enfoque de vida más sostenible y respetuoso con el medio ambiente, con los seres vivos, y con la sociedad.
La transición a la economía circular.
El concepto de Economía Circular aparece por primera vez en el libro de Economía de los Recursos Naturales y del Medio Ambiente (Pearce & Turner, 1989) [3]. En este documento de casi 400 páginas los autores ponen de manifiesto las interacciones entre economía y medioambiente como un sistema cerrado, circular, donde los residuos se convierten en recursos y de esta manera se obtiene un modelo económico más respetuoso con el medio ambiente y racionalizando el uso de los recursos naturales.
La estrategia Española de Economía Circular «España 2030» se marca como objetivo reducir las emisiones de CO2 por debajo de los 10 millones de toneladas. En 2020 las emisiones fueron de 209 millones de toneladas
Nos venimos arriba muy fácilmente ¿no?. Seguro que esto empezó con un «no hay huevos».
El objetivo de una economía circular es establecer un espacio operativo ecológicamente seguro y socialmente justo para la humanidad. Refuerza la agenda climática porque garantiza que todos los materiales permanezcan ciclados en la economía y no permite el uso de combustibles fósiles.
Debemos entender que la economía circular no es una alternativa, sino el camino que debemos seguir para asegurar el mantenimiento de las condiciones esenciales para la vida. Y España ya ha movido la primera pieza para ello.
La Estrategia Española de Economía Circular “España 2030” (EEEC), aprobada por Acuerdo del Consejo de Ministros el 2 de junio de 2020, sienta las bases para impulsar un nuevo modelo de producción y consumo en el que el valor de productos, materiales y recursos se mantengan en la economía durante el mayor tiempo posible, en la que se reduzcan al mínimo la generación de residuos y se aprovechen con el mayor alcance posible los que no se pueden evitar. La EEEC contribuye así a los esfuerzos de España por lograr una economía sostenible, descarbonizada, eficiente en el uso de los recursos y competitiva.
Los objetivos de la EEEC son los siguientes:
- Reducir en un 30% el consumo nacional de materiales en relación con el PIB, tomando como año de referencia el 2010.
- Reducir la generación de residuos un 15% respecto de lo generado en 2010.
- Reducir la generación residuos de alimentos en toda cadena alimentaria: 50% de reducción per cápita a nivel de hogar y consumo minorista y un 20% en las cadenas de producción y suministro a partir del año 2020.
- Incrementar la reutilización y preparación para la reutilización hasta llegar al 10% de los residuos municipales generados.
- Mejorar un 10% la eficiencia en el uso del agua.
- Reducir la emisión de gases de efecto invernadero por debajo de los 10 millones de toneladas de CO2 equivalente. En 2020 y según globalcarbonatlas.org las emisiones de España fueron de ¡¡¡209 millones de toneladas de CO2 equivalentes!!! Pero es que en 1960 se emitieron en España 49 millones de toneladas…y queremos estar por debajo de los 10 millones. Creo que nos hemos venido un poquito arriba ¿no?
Todos los ciudadanos tenemos la obligación moral de contribuir a implantar una economía circular en nuestro día a día. El medio ambiente lo agradecerá pero, aplicando un adecuado plan de acción circular, puedes tener beneficios económicos derivados de la minimización en el consumo de recursos como la energía y el agua, entre otros.
Referencias y aclaraciones al post
[2] https://www.un.org/ruleoflaw/es/un-and-the-rule-of-law/united-nations-environment-programme/
[3] PEARCE, D.W. y TURNER, R.K. (1989). Economics of Natural Resources and the Environment. Hemel Hempstead, Harvester Wheatsheaf, London.
AVISO SOLO PARA FRIKIES: Si quieres conocer más acerca de la Estrategia Española para la Economía Circular y del Plan de Acción de Economía Circular 2021-2023 te dejo los enlaces para que te alimentes tu lado más sostenible. Desde ya te doy las gracias por tu implicación.